miércoles, 18 de noviembre de 2009

EL CUY CUMPLE 30 AÑOS





Los 30 años de una historieta peruana

El Cuy, el personaje de Juan Acevedo, cumple tres décadas de hacer sonreír con ternura. Para celebrarlo, la editorial Contracultura lanzará una compilación con sus historias.



La Araña No. Cholín. Robin y El Cuy son algunos de los personajes de Juan Acevedo que han sido publicados en medios tan disímiles como Marka, diario marxista de los 80, y El Comercio, pasando por revistas como Monos y Monadas, Oiga, Caretas y No.

La razón de su éxito: que todos sus lúcidos protagonistas, aunque nacidos de la ficción, siempre hablaron de lo que ocurría en la sociedad peruana: terrorismo, golpes de Estado, violencia, demagogia política. Y, ahora, a punto de cumplir 60 años, Acevedo celebra el aniversario de El Cuy: una media vida dedicada a él.

LA VIDA EN PAPEL. “La historieta, por su propio término, tiene un origen peyorativo: no se trata de una “Gran Historia’, sino de algo sencillo, fugaz. Y, sin embargo, por no tomar nada en serio es que persiste. Porque la vida misma está llena de historias, pero también de historietas”, dice Juan tratando de explicar cómo es que El Cuy no solo ha sobrevivido al paso del tiempo –su blog es visitado por decenas de fans–, sino que ahora tendrá su propia publicación, que se presentará en la Feria del Libro Ricardo Palma en una semana.

PERSONAJE DE LÁPIZ. El Cuy estuvo a punto de no nacer. En todo caso, le debe su existencia a la indecisión de Juan. Cuando joven, él no sabía qué estudiar. Incluso pensó en ser sacerdote. Un día se decidió por Historia del Arte, en San Marcos. Y, en un curso de estética de cine, Acevedo supo a qué dedicaría el resto de su vida: a dibujar.

Tiempo después nació uno de sus íconos: El Cuy, un animalito bien peruano en cuyas aventuras se podía leer el amor por la vida. “La historieta es solo un soporte más, un medio para expresar toda la humanidad, al igual que la literatura o el cine. Por eso es que en ella se puede ser muy tierno y crítico a la vez”, afirma Juan con la misma alegría de sus personajes.

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